Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
No pretendemos que el artista argentino y psicoanalista NEWARK nos influya con una obra en la que la ironía es una conciencia clara de la soledad eterna, del caos infinitamente voraz y febril.
Picamos en la tumba de Schlegel y éste nos replicó de mala cara -imagínense después de tantos siglos cómo la tendría – que si la ironía es una forma de la paradoja, una idea es un concepto conducido hasta la ironía, una síntesis absoluta de antítesis absolutas.
Y así, ya convencido, me puse a pintar, nos dice el autor, porque después de tantas sesiones crepitantes de pestilencias delirantes, llegué a la conclusión de Nietzsche, de que el mundo sólo es justificable como fenómeno estético. Por eso dejo que el mío se me vaya de la mente pero no de las manos, con las que construyo la reverberación plástica de mis entrañas genuinas.