Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
TOSHIHIKO OKUYA (1955) / ELLOS ME ACOMPAÑAN AL ABISMO
Se considera, por lo que respecta a la evolución estética, que lo habitual es que las nuevas reglas canónicas emerjan con gran rapidez y después apenas cambien en largos períodos, hasta entrar en una crisis de la representación y desaparecer o sufrir una fuerte mutación.
Al japonés OKUYA las reglas le preocupan poco o nada, su obra parte de presupuestos estéticos donde el espacio se abre para visibilizar el sino de lo deformidad y monstruosidad, la violencia y la fealdad, el encanto de una singularidad que invita a desentrañarlo.
Lo que está claro es que es una visión alegórica y plástica de lo humano, su destierro de un territorio pacífico, su confrontación permanente en un paraíso en el que la metamorfosis es reina y cruel señora.