ÁNGEL ORCAJO (1934) / DIAGRAMAS EN EL FRÍO

Dialogamos dentro de un presentimiento de infinidad espacial hasta que la perturbación convoca a la fuente de toda visión.
En ese espacio eterno el cosmos es una escala poética donde luces fantasmagóricas y coloraciones específicas imponen una expresión de profundidad en la superficie que barca todo lo que vive, incluso nuestra presencia espectadora en su interior.
En el español ORCAJO se dan cita imaginaciones insospechables, soluciones creativas de la mayor índole, procedimientos superpuestos y yuxtapuestos, desarrollos lúcidos, penetrantes, desde lo cubista hasta lo plasticista, desde lo geométrico hasta lo expresionista, desde el pop hasta lo constructivista, para concluir en la gestación de lo que algunos tacharía de ciencia ficción y otros entre lo apocalíptico y la desmesura fría y apasionante de un universo colgado a nuestra espalda.
Ante la posición que nos coloca y somete esta obra, nos queda, después de la apertura de una mirada limpia todavía bajo los efectos del estupor, el entendimiento y el sentimiento de una culminación plástica insustituible y poderosa.
Mi valoración puede ser exagerada o no, pero las incertidumbres no gritan ante una pintura tan cierta y precisa, simplemente se desnudan como vírgenes a las que les cuesta no experimentar los ecos ilimitados de una contemplación entre esos rumbos de acero.
Por último, queda por sentado que este arte no es hermético ni autónomo, sino que está vinculado a los movimientos de su época y, además, está condicionado por la tradición artística como por la ideología estética (Daw Ades).

No sé si son mis ojos o mi sangre
los que cambian.
Si mi sangre se vuelve oro, si mis ojos
fruta madura.
Mi única certeza
que todo lo veo dorado.
(Alberto Vigil-Escalera).

Publicado por Goyo

Escritor de arte, coleccionista.

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