Estamos en la edad del metal, en que las simbiosis forman su propio código de representación y retratan, con sus pedazos, su más auténtica fantasía de universo ambulante.
No están al servicio de nadie, proclama el artista suizo LUGINBÜHL, ahora que son libres y saben como recomponerse, como formar sus esenciales estructuras, su lenguaje de inseminación y de repoblación en superficies y espacios donde la mirada humana les tribute su admiración.
Son tanto seres como artefactos, ambivalencia que no les condiciona sino que les exalta y les incita a escuchar y a transmitir, a ser amados u odiados. Pero a ser interlocutores para siempre. Noche decepcionada,
de ventanas sin gatos,
sin perfil de barajas.
Que hieren.
(José Lezama Lima).
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