A En la galería BAT-Alberto Cornejo de Madrid se pueden contemplar actualmente las esculturas de LECHUGA., en las que no falsea ningún lamento, sólo hiende la armadura y sale la visión femenina.
Esos cuerpos, esas anatomías guardan la escritura tallada del tiempo, más maquillada y lustrosa, pero con los milenios y misterios a cuestas que hacen llegar hasta hoy y que con su reciclaje visual reafirman nuestra complicidad en todo lo que ha pasado, en todo lo que se ha mirado y observado.
Tal como aparecen, nos asombra por su geometrías introvertidas y desviadas del eje, el encanto de sus supuestas filigranas, la estilización áspera, primitiva, las pátinas desveladas.
Así, el artista hace que se liberen, que no queden encerradas, que busquen la luz y no palidezcan, sean ídolos, cuerpos del viejo y nuevo espacio.
El arte lo acompañó todos los días,
la naturaleza le regaló su calma y su fiebre.
Calmoso como la noche,
la fiebre le hizo agotar la sed
en ríos sumergidos,
pues él buscaba un río y no un camino.
(José Lezama Lima).