Unas construcciones de juguete, unos edificios mínimos sin cimientos colgados en el aire o encima del agua, unas moradas que no dejan estar dentro sino fuera y unos minúsculos habitantes solos, aislados, preguntándose las razones de un destino aciago y ciego.
Estamos ante un conjunto de esculturas alegóricas del portugués TORRES, que edifica sus geometrías lisas, agujereadas, frágiles, y que son cárceles desde las que sentir una ontología de nuestra propia inconsistencia.
Y a pesar de todo ello el hallazgo poético está ahí, son esos espacios que ya se han adueñado del entorno, lo han hecho suyo y con una maldición colmada le han dado la más luminosa de las consagraciones.
Y un hombre con un año para nada
delante de su hastío para todo.
(Ángel González).