La pintura del trópico encuentra frecuentemente su refugio en una realidad fantasiosa porque quiere ver en ella un mundo al que no ha podido entrar ni salir, que es todavía un aval para un destino colectivo.
También es como un conocimiento cabalístico lleno de una luz que apague las sombras, de un ensueño o quimera que transporte la vida imaginándola como una esperanza cromática -compendio de creencias, exaltaciones y emociones- en la perseverancia en un relato de fe en un cada día de alba sumergida, en una cada noche de luna alquilada.
Para el dominicano NINA cada pieza, virtuosamente diseñada, tiene un misterio que entronca con leyendas, tradiciones y fábulas. Sus obras totalizan un cónclave de cuyos edictos se extrae todo un poemario imaginario que confía en la mirada y en esos espacios tan remotos de ella.
Hoy…El Tiempo…..Solos, sin ecuación posible. (Leopoldo María Panero).