- Chantal Maillard escribió que la mirada admirativa tiende a quedar prendida en aquello que admira, y es infinita y ávida. Ávida de presencia. Pues así son las esculturas del alemán HACK, ávidas de presencia y ávidas de ser admiradas.
- Si nos aferramos a su magnetismo cometeremos un error o todo un acierto. Son tótems que nos confiesan sin hablar y que ofrecen el don visual de descubrir y revelar los misterios de su materia sin impartir claves.
- Y sus expresiones nos comunican que están en posesión de ciertas propiedades plásticas, mitológicas y culturales, que como tales son universales, y que un día no muy lejano sus metamorfosis culminarán saltando sobre su propia sombra.
El hombre perfecto para el cristiano era la perfección del hombre que no existe; el hombre perfecto para el budista sería la perfección de que no existiera el hombre.
(Fernando Pessoa)
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