Un breve paseo por obras y artistas que infunden otra forma de mirar. Es una aproximación cuyo deseo es provocar otras emociones más íntimas y cercanas si cabe. Es una forma de mirar, otro modo de ver, un ardid para engañar, un truco para esperar, otra historia para seguir, un cuento de no acabar. Y de seguir sin perder de vista lo de más atrás.
Nada es más antitético a la obra del sudafricano GREGORY que la manifestación de Rousseau de que nada vale lo que la comprensión de la acción universal del aire, el modelo del infinito.No obstante, los dos modelos se tocan y hasta se parecen.
Quizás el artista comparta la misma obsesión que Genet con lo de que las obras de arte son ofrendas hechas a los muertos, que están hechas para maravillarlos, tal como las de Giacometti. Yo también me apunto a esa obsesión.
Aunque no cabe duda que estas esculturas ensanchan todo lo que pueden el círculo, se ríen consigo mismas, juegan, nos trasladan su visión corrosiva de su entorno vivo y muerto, y solamente quieren que las saludemos y nos conmovamos por el absurdo de no ser como ellas.
El mismo efecto produce un cero multiplicado que un infinito dividido.