DEGÜELLO DE YUGO Y CRUZ
Era un prodigio de síntesis y significación simbólica. Una mujer y un hombre degollados y desnudos y a su vez maniatados a una cruz que se interpone entre ellos.
Los cuerpos se alargan infinitamente de arriba a abajo, pues centralizan el valor plástico que más caracteriza a la obra de Humberto: el cuerpo lo contiene todo, aprehende y absorbe lo que le define más que nada: el sufrimiento. Sus cuerpos supuran dolor y para ello no necesita imponerles grande dosis de un expresionismo feroz, no, simplemente la sutileza que es metamorfosis y mensaje a la mirada.
Pero esos cuerpos no serían más que signos opacos sin la luz que emana de ellos a través del color, esa cimentación que ha extraído de su geografía y orografía, la terrestre y atmosférica, para que ese universo nos desvele la correspondencia entre lo significante y lo significado.
Y después, esta representación se convierte en la idea símbolo que nos evoca la historia, el tiempo por el que discurre y la idolatría que siempre está ahí, conduciéndonos a donde nunca sabemos ni nos encontramos, pues no hay conciliación sino reyerta y deflagración.
Este lienzo tiene algo de mística y de subversión, de restitución de pintura anterior al Renacimiento y Romanticismo, de culpa y pecado, de mandamiento y castigo, de martirio pagano.
Ya lo he colgado y ahora me parece un altar, delante del que nunca voy a rezar.
Pero pronunciaré un amén.
EL HORROR
LA FORMA Y EL INFORMALISMO
- El debate entre lo formal y lo informal o aformal en el mundo del arte no tendrá fin. El primero nos lleva seduciendo siglos pues hemos sido imbuidos en la cultura del orden, de la armonía y de la belleza. Esa manifestación de lo clásico se cruza todos los días ante nuestra mirada y su propuesta se encarna en lo demandado por la esfera de lo social, de lo político y económico. Pero ya en el siglo XIX pueden detectarse las primeras quiebras de ese postulado. Las turbulencias se acrecientan y ganan en intensidad. La vida del hombre quiere romper moldes, desea y anhela ver reflejada su vivencias, sus experiencias más íntimas.
- A partir de ese momento la expresión inicia su andadura, todavía condicionada por la forma pero ya estableciendo proposiciones que se alejan del ideal clásico hasta ahora reinante. La forma se deforma, se estira, se violenta, se va sometiendo a otros requerimientos, circula por ámbitos antes desconocidos.
- Y se llega a la abstracción, que para unos todavía sigue partiendo de la forma aunque haya anulado la representación y para otros es una revelación de una dimensión del arte. El caso es que al no haber referencias con la realidad exterior visible, aparece otra realidad que se considera autónoma y no sometida a ninguna jerarquización.
- Y desde esa concepción aterriza el informalismo o aformalismo, que no es solamente una expresión pura liberada de su atadura formal sino que incorpora una intención deliberadamente agresiva contra la forma.
- Y desde esa plataforma nos corresponde a cada uno y en privado la introspección entre esa expresión de lo artístico con una mirada que se ensimisma ante una tachadura, la excoriación de un muro, las texturas y grietas de una pared, la vitalidad del signo -muerte, vejez, derrumbamiento, deterioro, caos- que forma parte de nuestro entorno.
DEUDAS
Al ser un autodidacta en materia artística me veo obligado a dar cuenta de aquellas personas, críticos, especialistas, historiadores, con los que estoy en deuda pues sin ellos y sus atinadas orientaciones ahora mismo el arte sería un territorio desconocido e ignoraría el tesoro que guarda y que protege para que sea patrimonio intelectual y formativo de toda la humanidad.
En esta primera entrega únicamente haré referencia a los coterráneos y en una segunda mencionaré a los de otras nacionalidades.
Y en este sentido, citaré a:
José María Moreno Galván.
Juan Antonio Gaya Nuño.
Ramón D. Faraldo.
Alejandro Cirici Pellicer.
José Castro Arines.
Manuel Sánchez Camargo.
Juan Eduardo Cirlot.
José Camón Aznar.
Vicente Aguilera Cerni.
Enrique Lafuente Ferrari.
Luis Figuerola Ferreti.
José Hierro.
José Ayllón.
Antonio M.Campoy.
Santiago Arbós.
Valeriano Bozal.
Manuel García Viñó.
Y muchos más. En todo caso los nombrados son los que más me han ilustrado a través de sus obras, las cuales todavía considero imprescindibles para una aproximación al arte en general y español en particular.
DEFINICIONES
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Siempre andamos a cuestas con las definiciones, continuamente las traemos a cuento como oráculo para orientarnos ante una obra cualquiera, parece que caminamos cojos sin ellas, se convierten en el supuesto y no en la norma.
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Con ello no quiero sentar las bases de su no necesidad sino de establecer que no pueden erigirse en aquellos compartimentos que han de clasificar en tal orden y jerarquía que fuera de ellos no hay existencia.
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La valoración de la obra, su recepción, contemplación y admiración, debe estar sujeta al reencuentro con aquellos conceptos, vivencias y experiencias que forman parte de nuestro ideario. Los valores que encarna han de suscitarnos una honda pulsación, un cúmulo interior de sensaciones y evidencias que nos hagan perceptible su intensidad en la comunicación, en la transmisión de su ofrenda.
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Abstracción, representación, figuración, arte de la expresividad existencial, informalismo, arte como vehículo de conocimiento, conceptual, etc,. Lo importante no es la diferencia de método sino de la realidad que se contiene y como es creada.
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La etiquetación nos sirve como referencia pero para nada más, pues la referencia no puede transformarse en sustancia, es la obra la que adquiere esa condición.
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Y esto es así porque actualmente la figuración se suministra de valores abstractos para su fondo de recursos mientras que la abstracción utiliza procedimientos y medios de la figuración para la configuración de su sistemática.
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Es decir, son corrientes que se interpenetran, se recrean, vuelven a mutarse, en definitiva, son parte de un mismo hecho, de una misma realidad.
¿QUÉ ES LO QUE NO ENTENDEMOS EN EL ARTE?
UN RESUMEN
A principios del siglo XX se descubre que la realidad es más honda, está imbuida de ribetes ontológicos y por lo tanto requiere superar los moldes de la representación hasta ahora vigente. Y que debe ser autónoma para configurar su propio orden. Es la culminación de un nuevo lenguaje, que establecerá nuevos planteamientos y problemas, fundamentalmente los relativos a sus enfoques formales o expresivos.
Por consiguiente, la impronta formal con sus leyes geométricas y la expresiva con la pulsión del color y del elemento gráfico abrían un campo alejado de la anterior fisionomía figurativa. Como subrayaba Moreno Galván, la lucha antifigurativa tenía como finalidad el dejar aclarada la existencia de una realidad no condicionada por la representación.
A partir de ahí confluyen todos los ismos, incluido el figurativo, que seguirá vivo pero con una conformación que nace de ese concepto de realidad total.